jueves, 24 de noviembre de 2011

ganar partidos para coger confianza o mantener la confianza para ganar partidos


En los últimos dias han aparecido diversas manifestaciones en prensa (D.V. 24/11/11), en el entrono de la Real Sociedad, relacionadas con este dilema. “necesitamos ganar partidos para coger confianza” o “la confianza se coge ganando partidos”. Son dos de los ejemplos ilustrativos de la cuestión.
Ahora bien ¿qué supone esto?. Cuando se piensa que hay que ganar partidos para coger confianza se producen varios errores no conscientes: el primero es que la hacemos  dependiente de  contingencias externas, como es el resultado.
En segundo lugar, ante la evidente necesidad de tener confianza para ganar partidos, ¿qué podemos hacer si no la tenemos antes de  disputarlos y la necesitamos para conseguirlos?. En esta ocasión también nos ponemos a merced de los acontecimientos externos y la confianza fluctuará en función de ellos, lo que no se encuentra bajo el control del deportista.
En tercer lugar ¿qué ha ocurrido para haber perdido confianza o para que fluctúe de forma descontrolada y esté fuera del control del deportista cuando más la necesita? Por los resultados adversos? Una vez más contingencia externa, es decir, regulada por elementos externos.
En cuarto lugar, pensar que se ha perdido la confianza cuando no ha sido así, porque la opinión de los propios jugadores es: “el equipo es capaz de sacar esta situación adelante, somos capaces de darle la vuelta a esto”, no es ni más ni menos que una manifestación de alta confianza en sí mismos.
Por eso,  es muy importante saber cómo funciona la construcción de la confianza, focalizar la atención en los elementos internos y poder  trabajarlos para mantenerla alta y estable, a pesar de cosechar resultados adversos. Es la clave para  aumentar las posibilidades de obtener resultados positivos y cambiar el negativo rumbo de los acontecimientos y, además,  el hecho de  entrenarla y mantenerla depende del propio jugador.

martes, 15 de noviembre de 2011

la regularidad en el juego, a través de la consistencia psicológica, es posible.


Mantener un alto nivel de juego a lo largo del tiempo, es decir, la consistencia en el rendimiento, es una interesante cuestión que preocupa a la mayoria de los entrenadores a la que quieren darle solución pero que  no encuentran la manera de  resolverlo y, a veces, la aceptan con  desesperación  sin buscar otra solución.
Para  ser consistente en el juego hay que  considerar cuatro aspectos básicos que debe estar presentes, tanto en el entrenamiento como en la competición, en cualquier trabajo de mejora que queramos plantear.
En primer lugar la controlabilidad.  Esto quiere decir que los acontecimientos y las tareas que queramos plantear deben estar bajo control del deportista, que el manejo de las mismas dependan de él, así podrá ejercer un control  durante la ejecución.
En segundo lugar la estabilidad. Sólo podemos  preveer y regularizar aquellas cosas que sean estables   y  sólidas, porque lo inestable no es predecible ni está bajo el control del deportista.
En tercer lugar la continuidad. Debemos de mantener, de persisitir y de centrar  el esfuerzo en aquellas cosas que queramos que vuelvan a suceder a lo largo del tiempo, es decir, utilizar el concepto de repetición con variación contextual cada vez que se enfrente a una situación de competición.
El cuarto elemento la especificidad.  Abordar las cosas de forma concreta  y específica sobre lo que se quiere  hacer, supondrá optimizar el esfuerzo y el interés por la mejora  de forma deliberada e intencionada y contribuirá a desarrollar el potencial del jugador  en aquellas facetas que no domina o que durante la competición no las gestiona adecuadamente. 
Buscar en el día a día la manera  en que  podamos desarrollar  la consistencia de los deportistas es un bonito reto. Por eso, elaborar un programa de mejora personal (PMP) para cada jugador  y  disponer de un Plan Integral de Competición (PIC), son dos de las herramientas que contribuirán a ello. 

martes, 1 de noviembre de 2011

somos irregulares y, muy a pesar, lo seguiremos siendo durante mucho tiempo


Son declaraciones realizadas  ( El Mundo 1/11/11) por  el entrenador del C. F. Sevilla, Marcelino,   al finalizar el partido que su equipo ha disputado frente al Granada, con un resultado adverso de 1-2 a pesar de haber marcado en el minuto 4 del primer tiempo. Firme en las citas de talla, pero con los enemigos pequeños es miedoso y encogido.
Llama la atención el hecho de aceptar con resignación esta situación de juego irregular, de falta de consistencia, como si no se pudiera evitar. En la entrada anterior ya señalamos la importancia del estilo motivacional personal y la activación endógena, para explicar la falta de consistencia o el juego irregular que se produce en muchos equipos.
Y continua, es el dilema: ayer marcamos en el primer minuto, se echó a dormir el equipo y terminó perdiendo el partido. Es una excelence situación que refuerza la interpretación anterior, en la que el adversario es de baja dificultad y, una vez conseguido el resultado  parcial favorable, el equipo reduce su nivel de activación. Es decir, centrarse en el equipo adversario y en el resultado supone utilizar un activador emocional externo y un estilo motivacional también externo, como es el resultado. Lo que explica en una gran parte la irregularidad en el juego que despliega el equipo.

de la activación emocional y el estilo motivacional a la consistencia en el juego.


A veces llama la atención, sobre todo en deportes colectivos, los altibajos que se producen en el juego de los equipos que afecta a su rendimiento. Un fin de semana desarrollan un juego vistoso, eficiente, intenso y brillante y en el siguiente  partido desaparecen todas las virtudes que habían mostrado anteriormente, mostrando un juego deslabazado, poco vistoso y errático.
A mi modo de ver esta inconsistencia en el juego es de carácter multifactorial, en el que la activación emocional y  el estilo motivacional actuan de vertebradores y  facilitan en ensamblaje del potencial de los jugadores.
El estilo motivacional configurado por la motivación intrínseca y la orientación motivacional  hacia la tarea permiten mantener la atención, la persistencia y  la intensidad  del esfuerzo en el comportamiento táctico y en las necesidades del juego.  
La activación emocional generada por contingencias internas permiten gestionar y optimizar la respuesta emocional, lo que refuerza el efecto positivo sobre  la toma de decisiones,  la visión de juego, la  asertividad, el coraje y la presión sobre los adversarios.
Pero cuando estos activadores internos son sustituidos por otros de carácter exógeno, como el nivel del equipo contrario, el resultado parcial del marcador, el público u otros semejantes, no es posible mantener la consistencia  en el juego que se busca.
Cuando el estilo motivacional y la respuesta emocional depende de factores externos, no es posible ser consistente en el juego porque los activadores están fuera del control del deportista. Por ejemplo, en un partido contra el C.F. Barcelona  la activación de los jugadores será optima, pero cuando el adversario no es tan significativo desaparece esa activación que permite optimizar el potencial de los jugadores y para  rendir por lo que valen, deben de utilizar los activadores internos. Por lo tanto, es muy importante entrenar y desarrollar  el uso de  dichos activadores emocionales y motivacionales internos, para identificarlos y tenerlos a disposición cada vez que se  afronte una competición.